Wednesday, February 27, 2013

Bernal Díaz del Castillo - Historia verdadera de la conquista de la Nueva España

Ruta seguida por Hernán Cortés hasta la laguna de Tenochtitlán. 
Atlas del México prehispánico, julio de 2000
Casi está de más explicar la importancia de la obra de Bernal Díaz, que bien merece considerarse un clásico universal. Su autor, un humilde soldado de Medina del Campo, formó parte de las huestes de Cortés durante la conquista de México para quedarse luego como colono a perpetuidad en la Nueva España. Hasta su muerte a los 83 años, dedicó buena parte de su larga vida a la redacción de una obra singular en que articulaba su peculiar visión de la conquista.  Bernal logró suplir con creces su escasa formación intelectual gracias a una prodigiosa memoria y unas dotes no menos admirables de observación y comentario.  El resultado es, más que una crónica, una auténtica evocación de la mentalidad del conquistador, y también del colono criollo que llegó a ser, además de sus complejas relaciones en paz y en guerra con los indígenas mexicanos.  Con su lenguaje directo y personal, no exento de emoción, nostalgia y humor, Bernal recrea como nadie la tierra y las gentes que vivieron en esa época crucial en la que se formó la sociedad colonial.

Publicada por primera vez en España años después de su muerte en el siglo XVII, la Historia de Bernal Díaz, no obstante, ya había sido ampliamente consultada por cronistas que tuvieron acceso al manuscrito de la cancillería.  Sin embargo, cayó en un largo y lamentable olvido que, como tantas veces en nuestra historia, tuvo que encontrar acogida allende nuestras fronteras.  Fue una traducción inglesa del siglo XVIII la que reavivó el interés por Bernal, que pronto se convirtió en un clásico permanente.  Baste señalar como botón de muestra que cuando Oscar Wilde intenta evocar en su obra maestra El retrato de Dorian Gray una ciudad mítica de maravillosos parajes y monumentos, dice que ésta pudiera ser comparable a la Tenochtitlán tan admirablemente descrita por Bernal Díaz.  Wilde suponía al lector culto de su época tan familiarizado con nuestro autor que ni siquiera ve necesario explicarle de quién se trataba.

La fama de Bernal Díaz es por fin reconocida en su tierra a finales del siglo XIX, y desde entonces no ha parado de crecer aquí y en todo el mundo.  Baste señalar al respecto que en los últimos años se han publicado traducciones al chino y al coreano, por ejemplo, y que una reciente edición alemana ha sido un auténtico best-seller, con más de cien mil ejemplares vendidos.  Se trata sin duda de la obra más leída, citada y admirada de todas nuestras crónicas de Indias, tanto en español como en las numerosas traducciones a otras lenguas.  Y sin embargo no puede decirse aún que en España Bernal Díaz haya alcanzado el reconocimiento que se merece, ya que, a diferencia de Iberoamérica, el lector medio en España no está necesariamente familiarizado con su obra.  Puede ello deberse a varios factores, pero en todo caso no ayuda el hecho de que a día de hoy no contamos con la edición crítica que esta genial obra se merece.

Las enormes y numerosísimas variantes textuales del texto bernaldiano hacen que una edición que las incorporara todas sería ya de por sí tan voluminosa e inmanejable que no permitiría notas de otro tipo.  Además de este tipo de edición ya existen dos: la primera fue publicada por el CSIC en 1982 por el Padre C. Sáez de Santamaría.  Su lectura es casi imposible, ya que el lector ha de elegir entre tres textos diferentes a la vista. La otra es una reciente y voluminosa edición de José Antonio Barbón Rodríguez, publicada por el Colegio de México (2005). Es sin duda un aporte valioso y útil por sus anexos documentales y glosarios, pero su objetivo es nuevamente la fijación textual con un exhaustivo aparato de variantes. La edición que acabo de publicar (Madrid: Homo Legens, 2009) parte del texto del manuscrito Guatemala por las razones que se explican en la introducción, pero las variantes textuales de importancia se hallan debidamente reseñadas.  A lo largo del siglo XX la obra de Bernal Díaz se ha convertido en un clásico universal, y en castellano han aparecido numerosísimas ediciones en España y la América hispana, pero todas ellas se limitan a reproducir el texto con mayor o menor precisión, acompañado de un reducido número de notas.

Era a todas luces necesario otro tipo de edición crítica que no se ha hecho nunca, a saber, que explique puntualmente la toponimia, las alusiones y menciones a personas y hechos de la época, las referencias a otros textos históricos anteriores y posteriores al texto, así como las numerosas dudas filológicas de todo tipo que contiene el texto (semánticas y sintácticas, indigenismos, incorrecciones del habla popular, etc.).  En definitiva, una anotación que ayude a explicar el vasto contexto histórico y lingüístico de una obra tan extraordinariamente compleja como la Historia de Bernal Díaz.  Dicho en otras palabras, que se entienda si cuanto describe y afirma su autor es parcial o enteramente verdadero, si es de su cosecha o bien lo ha extraído de otros autores, y por último en qué medida su texto es a la vez fuente de otros textos posteriores.  Este último factor es crucial, ya que la obra de Bernal fue prolijamente usada por numerosos historiadores de la importancia de Antonio de Herrera, cronista oficial de Indias, en gran medida sin citar su procedencia.  La obra tuvo así un impacto y una influencia enormes que no ha sido valorada en su justa medida y que es necesario resaltar.

Ese ha sido, pues, el objetivo de mi trabajo. He eliminado más de una tercera parte de lo escrito originalmente, con el ánimo de atenerme a lo esencial, evitando la tentación de una erudición tan fácil como innecesaria.  En esa labor he contado con la valiosa ayuda de no pocos colegas, pero muy especialmente de mi maestro, el malogrado Don Luis Arocena, verdadero mentor de este trabajo, y que por tanto figura como coautor de la edición, ya que él fue quien la inició antes de que un cáncer le impidiera continuar en 1997.  El resultado, tras ocho años de dura labor, es esta reciente edición, que viene a añadirse ahora a mi edición crítica de las Cartas de relación de Hernán Cortés (Madrid, Clásicos Castalia, 1993).

Ángel Delgado, mayo de 2010
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